Durante 24 años, los presos de las cárceles peruanas se han volcado en las artes plásticas para cruzar sus propios muros. Mediante la imaginación, han cabalgado sobre animales reales o fantásticos, han construido paisajes originales, han puesto color al gris material de la realidad. Y, luego, han mandado sus creaciones al exterior, para que nos ayuden a hacer lo mismo.
Ahora, en su primera edición virtual, la exposición Arte y Esperanza viene a salvarnos a nosotros del aislamiento. A través de Internet, podemos recorrer el mapa de la imaginación de cientos de creadores y conectar con ellos, sobrevolando sus cárceles y las nuestras.
Solemos creer que, al adquirir los trabajos de los presos, nosotros los ayudamos a ellos, que viven una situación difícil. Pero esta vez, son ellos quienes nos ayudan a escapar de nuestros encierros, a atravesar nuestros límites, a explorar el universo infinito de la sensibilidad de los demás.
SANTIAGO RONCAGLIOLO